Tenía un amigo, De color blanco con pelo rojizo Que vestía camisas De rababaya para que le brote El pelo de su pecho. A él le gustaba chupar. Los penes de vagabundos Que vivían debajo del panecillo. Parecía que su sabor De perro decaído, De queso fermentado con tufo de pies, De sal de mar con moco de guagua, Le fascinaba. Él se sumergía profundo, Los metía en su boca A todos, A veces al mismo tiempo, Y decía oh si, oh si, Mientras que los barbudos cochinos Veían estrellas Y a la virgen viva en carne misma. Luego cuando llegaba la hora blanca, Su fermentado no se lo tragaba. El gargareaba Como si fuese ese azul enjuague bucal, Y cuando quedaba burbujeó suficiente, Escupía en su tarro favorito Que tenía la cara de Minnie mouse. Decía que ese es su frasco de las glorias. De sus días de diva. Que le llenaba de paz, decía. Una vez mi amigo, Después de mamar Y mamar, Gargareó tanto ghee blanco Debajo de la virgen, Que él se enamoró. Ese gel con escarcha con el que gargareaba, Le supo a limón, Le supo a coco, Y le brotaron las pupilas. Fue como si comiese una ratatouille, Y ahí el sollozo: Entre tanto que he probado Entre tanto que Minnie ha guardado Nunca había recordado el olor de mi papá. Y es por eso Que mi amigo Pijin No volvió a asomar. Recuerdo que después regresé al panecillo A dar un paseo con mis hijos Y esperaba encontrarlo tirado en el suelo, Con caca y leche de horchata en la cara. Pero ahora estaba abrazado de alguien. Era su papá quien estaba ahí con él. Fue cuando entendí, Que aquel vagabundo de ese entonces Que chupo tanto que la virgen vino en vida, Que aquel vagabundo Que le dio su viaje equinoxial No era simplemente otro más. Quién lo diría, Mi amigo pijin Que de tanto mamar Y mamar Término fermentando a su papá. Regrese a casa con mis hijos, Quedé sentado eternamente en el sofá Y vi la foto colgada, De pijin, yo y su papá. En una playa con limones y cocos Mientras vestía su camisa de minnie. Luego me decía en mente: Tal vez la virgen lo castigó, Por tanto guardar en su frasco Los bebés nunca nacidos de vagabundos. Tal vez ella lo veía hacer sus chupadas Y decía La humanidad es algo indigno de mi respeto
por haber homrigueado el poema