Había aquella playa que regalaba lo que se conocía como “vida”. Su corriente arrastraba los versos que escribian los bolígrafos. Las ideas surgían de las raíces rocoformadas debajo del agua. Un sol iluminante de color unico generaba ese campo de union, Sobrepasaba a la gravedad explícita y volvía tangible a todas las palabras. Existía una específica denominación de abstractismo, Los pueblerinos categorizaron a los que iban como “los que sentirán a la vida”. Pasaba una brisa que se sentía como un roce limpio y suave en la mejilla, Con un olor indistinguible que traía recuerdos que ya no pueden ser nombrados. Cuevas largas ocultaban la ira y rabia que la playa sentía. Su densa agua azul verde las limpiaba con facilidad y extinguia el agrio sabor. La arena blanca, que recorría cada uno de los dedos del pie, abrazaba y arropaba. El único sonido que habitaba era el de un piano antiguo cuyas teclas eran tocadas por las olas. Pero la playa sabía que no se asentaria en donde se la desconozca, Y sabía que llegaría aquel día en donde su agua se sintiera aún más pura. Y tu, sentado en esa arena que te abraza, solo la ves partir, Sin más que poder hacer ni pensar, escuchas una última frase que viene de la corriente de ella: “No me compadezcas a mi, compadece a lo que fue el sentir”.
por haber homrigueado el poema