El desconocido retumba en mi mente. Cada vez se acerca con un nuevo mensaje, sin embargo por más cartas que envié, el parque infantil no logra reconocerlo. Ese único niño se acerca a saludarlo, pero desaparece. Un dia dejo de mandar sus tantas cartas, pero por más desconocido que se volvió el niño lo siguió buscando. Los padres se preocuparon por su ausencia, al parecer dejó migajas en su último paradero. Fue como si esparciera una parte de él en cada juego. El tiempo pasó y el niño se convirtió y evolucionó. Empezó a leer libros de alto grosor y usar un casco con lentes de plástico todos los días. Desvaneció el parque infantil y se hizo una fabrica. Los mayores no reconocieron mejor cosa que aplaudirle. Sin embargo una artista pintó un cuadro, ese cuadro se manifiesto en el cuarto principal, pero por más que todos lo veían, nadie lo reconocía. Ayer era el dia en el que dejó su carta, lo único que espera el niño es que recuerde su nombre. Que majestuoso se volvió ese ser incomprendido. Es como si el casco lo hace pensar más en el, pero entre más pensamiento, el recuerdo se aleja más y los difuntos sólo pueden pedir una cosa *quisiera volver atrás y otra vez estar abrazado a ti*
por haber homrigueado el poema