Sigo atascado en los escenarios de mi cabeza. En donde hablamos. En donde las lenguas bailan entre palabras Y los ojos se mojan en el océano de miradas. La arena en sal Que acompaña a tu cara Me cae de repente Antes de ver que tus labios Vienen para conjugar Y dejamos de ser singulares. Y, aun así Teniendo este momento de reino En donde te veo una vez más y no te dejo soltar, Mis palabras que hacen bailar se van manchando. Hay tierra que se mete en los dientes Y nos hace estornudar lo que decimos al otro. Salen lombrices por la nariz que te quieren maldecir. Me dejaste Te fuiste por la ventana cerrada Y ni una sola mano me tocaste. El saxofón que nos acompaña en las noches Se interrumpe por los gritos que ahora sacan las lenguas. Y tú solo ves En donde yo no esté Para que no pienses en el malestar que dejaste por la calle. Para que te olvides que mi cuello quedó torcido el día que marchaste. Y te busco Como fiebre maldita Como una plaga debajo de la cama. Has estado enredada en las lianas de mi cabeza Y no te dejan caer Ni en lo más mínimo. Le decía a mi pingüino Que finalmente se ha ido. Pero es una falacia esa tontería. Y es cuando llego a imaginarme que estás parada acá Mientras tus pecas me seducen y tus ojos me tragan. Y mi lengua no dice la monosílaba del No Del adiós. Solo se queda ahí Quieta ilesa como un cuadro que se exhibe en lo más alto, Pero lo pasan mirando de costado. Ahora cuando me acuesto en el colchón Veo como es que tus piernas y espaldas me sentían. Un lugar donde caías. Y por eso dormías Cada que te veía. Cerrabas los ojos para no mirar con los que yo te veía Y que no pienses en cómo tus manos se soltaban Y dejabas las llaves en el sofá. Pero te sigo viendo Amarilla como la luna que me visita una vez cada invierno o verano. Amarilla como el girasol Que crece aun así las parejas le arranquen sus pétalos Diciendo si me quiere o no me quiere. Amarilla como el marco que sostenía la foto en donde posábamos, Pero tu sonrisa se iba. Y en cuanto cuento cuantos días se me han ido después de que te he visto, En todos ellos sale tu reflejo por ahí Escondida en el espejo donde no te tocó Solo te veo a lo lejos. Sola o con alguien más Pero jamás te acercas o me hablas. Nomás te paras y haces como si me espejo fuera el tuyo Y te cambias y te maquillas y te quedas desnuda quieta Fingiendo que yo no te veo Pretendiendo que mi recuerdo quedó debajo del vinilo, Y si lo haces frunces el cejo Porque han pasado solsticios en donde no te he escrito. Te has olvidado que vengo del humano Te has olvidado que el hueso que tengo es el mismo que está en tus brazos. Pero yo no estuve en tus lianas, Era como ese maquillaje que te hacía ver guapa pero después de las seis Al llegar a casa te lo quitabas. Aunque Sigo atascado en los escenarios de mi cabeza, En donde hay una selva que nos aguarda Y que el verde de los árboles nos cante en la oscuridad o la luz de luna. Los dos siendo serpientes, O caimanes que se restriegan entre los manglares, Sin afán de buscar comida, Solo seguimos las colas, tú la mía yo la tuya, Y nos perdemos en la jungla. Sin que ninguna ventana se nos ponga en frente. Los insectos nos cantan el coro del príncipe Y mientras te quedas quieta contemplando las estrellas de la naturaleza, Yo estoy detrás de ti. Viendo la piel áspera y dura de la que los reptiles se enamoran. Y pasan los días Pero el tiempo ya no es nosotros, Ni las ciudades que se interponen en donde estamos. Somos caimanes Perdidos en las lianas del otro Arruyados de verde y amarillo. No hay ladrillos en la mitad, O quejumbres de no estar. Somos los labios, Somos las lenguas, Somos las pecas, Que jamás paran de mirarse. Y se atascan, En los escenarios: De mí, de ti, De nuestra, Reptiliana Cabeza.
por haber homrigueado el poema